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lunes, 9 de abril de 2012

Informe de brotación. Calle Embajadores, Abril 2012.

En la anterior entrada analizábamos el mantenimiento realizado sobre el arbolado de alineación de la calle Embajadores, del tramo comprendido entre los números 171 y 181.
Hacíamos hincapié en el exceso de aclareo de ramas sobre el fuste y troncos secundarios, limitando la copa al tercio superior del árbol.



He de aclarar que hay un motivo técnico de seguridad para que se haya hecho ésto: el pumila soporta mal la tensión en horquillas abiertas y tiende a romperse con brazos de palanca superiores a los 45º, los ejes 2 tienden a volverse plagiotropos e incluso geotropos con facilidad, cargando copas secundarias amplias que acumulan inercias con vientos fuertes.







Esto es debido a su ecología: el Olmo siberiano funciona en un entorno de bosque de galería y es un estratega de reposición, caracterizado por invertir energía en montar alternativas después de una rotura (tiene una proverbial capacidad de rebrote) más que en formar una estructura firme o una madera dura (es de crecimiento rápido).


Es por ello que los equipos de poda mantienen limitado el crecimiento de ramas horizontales o muy abiertas.
Sin embargo, es una solución que ignora las necesidades vegetativas del árbol ya que limita en exceso la superficie fotosintética y que, además, crea desequilibrio estructural elevando el centro de gravedad de la copa al último tercio superior del mismo.
Esto desplaza el problema de seguridad a más altura ya que la inserción de los ejes 2 se ve condicionada después de la poda de plantación en la que la guía terminal del eje 1 fue eliminada, resultando una copa en vaso que, como se puede ver en las fotos, acumula varios brazos de palanca insertados en un punto a 6-7 metros del suelo.


Como se puede observar en la siguiente fotografía, los errores de cultivo vienen desde la formación en vivero, donde los árboles son despuntados en su fase juvenil, eliminando la guía terminal del eje 1 y provocando el rebrote de varias alternativas que se dejan desarrollar para preformar la copa en vaso.


He de decir que es ésta una técnica totalmente contraproducente para la producción de arbolado de alineación ya que, a diferencia del árbol de parque que se desarrolla en forma libre, el árbol de

alineación recibirá intensos controles de vegetación y el espacio lateral del que dispondrá es limitado, como comprobamos aquí, y por tanto es necesario un fuste alargado que albergue la mayor cantidad de hojas en el menor espacio lateral posible. Este resultado es incompatible e inalcanzable con las técnicas de cultivo en vaso que, recordemos, es una técnica frutal que en nada tiene en cuenta la capacidad estructural del árbol y que tiene como objetivo la formación de un árbol bajo y ancho.


En la foto de la derecha comprobamos la diferencia de arquitectura entre dos árboles colindantes pero con diferentes formas de cultivo: el grande de la derecha es un Ailanto que pertenece al parque anejo a la calle (aparece en la primera foto de la entrada anterior) y el de la izquierda es un pumila de alcorque en el que ya observamos los errores de cultivo mencionados: despunte de la guía antes de la implantación en el lugar definitivo (con su consiguiente pudrición, necrosis y corteza incluida) y la formación de un vaso a 6 metros del suelo donde anclarán los largos brazos de palanca.



Nótese cómo el árbol de parque puede acumular ramas estructurales bajas, con lo que consigue parchear la poda en vaso intentando mantener una copa baja y globosa, mientras que el de alineación es anualmente refaldado ya que origina continuas molestias al tránsito, ya que continúa brotando por hipótonos dada su fase juvenil. Lo que observamos es un problema de gestión: cuándo y cómo y dónde hay que ejecutar cada corte.











Un elemento de desgaste es la mala irrigación, poca permeabilidad y pobreza de los suelos de implantación y los conflictos del fuste con los usos urbanos.
Por último podemos ver el resultado de la poda de hace un año en los individuos alineados por debajo de la Plaza de Legazpi, los árboles vuelven a emitir brotación en todas direcciones, obligando a continuas intervenciones y denotando la necesidad de superficie verde.